miércoles, 15 de octubre de 2008

La narrativa en mediación

por Lic. Miriam Markus

Una de las tareas más difíciles con las que se encuentra el mediador es la de saber cómo, cuándo y para qué intervenir durante un encuentro de mediación.

La respuesta a estos interrogantes va a depender del modelo o marco teórico desde el cual el mediador ¨enfoca¨su mirada hacia el proceso por el cual se está atravesando. Uno de estos marcos teóricos es la analogía del texto. Lo cual no significa que sea el único, ni el mejor, sino que es una ¨reja” (hablando en términos de Marinés Suares) que utilizamos para comprender los hechos. Y justamente mirando desde esta ¨reja¨, se sostiene que las personas para dar sentido a sus vidas estructuran sus experiencias en forma de relatos o historias que mantienen una determinada coherencia entre los hechos, personajes y argumento que es lo que hace que esta historia tenga sentido para cada uno.

Cuando nosotros nos contamos esta historia acerca de nosotros mismos, seleccionamos de nuestra experiencia aquellos hechos que confirman nuestra versión, que ayudan a mantener la coherencia interna de la historia, y desechamos los hechos que harían peligrar el sentido que le damos a la historia.

Por eso mismo no sólo nosotros construimos esta historia, sino que a su vez esta historia nos construye, dado que nuestro yo se va conformando con las historias que nos contamos, y las que escuchamos contar a los demás sobre nosotros mismos.

Para comprender cualquier historia, debemos empezar por ver cómo fue construida.
Siguiendo a Maturana podemos señalar que existen cuatro operaciones en este proceso de construcción de la realidad: distinción, descripción, explicación y narración.

La distinción, es el acto de señalar cualquier objeto como distinto de un fondo, para lo cual empleamos, consciente o inconscientemente un criterio de selección.

La descripción que hacen las partes del problema es siempre posterior al acto de demarcación o distinción. Primero se distingue y luego se describe.

La explicación reformula o recrea las observaciones de un fenómeno, en concordancia con conceptos y esquemas aceptables para el sujeto.

La narrativa es la manera en que el sujeto, sobre la base de los puntos anteriores, cuenta la realidad.

Estas ideas son básicas para el mediador y se convierten en oportunidades para realizar su tarea, pues lo que las partes perciben, describen, piensan y actúan deriva en gran medida de las distinciones que establecen, y las descripciones de los hechos que refieren se basan en distinciones establecidas al observar.

De ahí la explicación de porqué ante un mismo problema las partes tienen percepciones y pensamientos diferentes de los mismos hechos que las llevaron a construir diferentes historias.

Cuando las personas llegan a la mediación, vienen a contarnos una historia, que es la versión que ellas tienen del problema, cada uno la suya, cada uno con su argumento - yo tengo razón - , cada uno con sus roles - yo soy la víctima - cada una con sus valores.

¿ Y cómo sabe el mediador quién tiene razón? En realidad no le interesa averiguarlo, porque él ya sabe que los dos tienen razón. ¿Por qué? Porque la realidad, los hechos verdaderos son inaprehensibles, el material con el que el mediador va a trabajar son las historias, la versión que cada uno ha construido del problema y como tal, cada una de las historias es verdadera.

Pero esta manera de ver las cosas, no les ha servido a las partes dado que se encuentran empantanados en una situación de conflicto, de la cual no han podido salir.

Es necesario que se produzca algún movimiento, alguna modificación en su manera de ver las cosas para que sea posible arribar a un acuerdo.

A medida que el mediador va diseñando y conduciendo el contexto de la mediación da ocasión como operador del proceso de un conocer nuevo para las partes, que re-conocen en el sentido de que vuelven recursivamente a una información anterior registrada de otra mantear.

Según el punto de vista de Harvard, la manera de lograr esto sería el borrar las diferencias y tratar de ir encontrando bases comunes sobre las cuales poder trabajar. Para lograr esto, para que algún movimiento se produzca, es necesario, según ellos, poder separar a las personas del problema y así poder descubrir los verdaderos intereses o necesidades que se ocultan detrás de una posición rígida.

Desde la teoría de la narrativa, el mediador tiene una herramienta, casi mágica, para producir cambios en la forma en que las partes ven el problema. Si partimos del supuesto de que cada historia tiene una coherencia interna que es la que le da sentido, la función del mediador será descubrir aquellos hechos que contradigan algún aspecto de la historia. Por ejemplo si una mujer relata que su marido siempre llega enojado del trabajo y la agrede, si le preguntamos por ejemplo, ¿recuerda alguna ocasión en la que él no hubiera llegado enojado? ¿qué pasó en esa circunstancia? ¿usted hizo algo diferente que no había hecho en otra ocasión? Y así lo que estamos intentando es romper con la coherencia de su historia, si ella puede traer a su memoria hechos que la contradicen, como por ejemplo alguna ocasión donde el marido no hubiese llegado enojado, necesariamente tiene que modificar su relato para que estos nuevos hechos tengan sentido dentro de la historia que cuenta.

Este accionar, aparentemente muy simple, produce grandes efectos, porque basándonos en la teoría general de los sistemas sabemos que cualquier modificación en una parte del sistema, por pequeña que esta sea, produce un cambio en todo el sistema. A estos hechos nuevos que se incorporan a la historia original, White los denomina hechos extraordinarios, justamente porque habían sido totalmente borrados de los relatos y al no relatarse no existen, sólo existen para la persona aquellos hechos que puede narrar, que forman parte de sus historias de vida. En el proceso de distinción y percepción, estos hechos no fueron seleccionados y por lo tanto no se incluyeron en la narrativa de la persona. Si podemos trabajar en la reconstrucción de la historia, podrá surgir un encuadre distinto que cambie el sentido de los hechos vividos.

El mediador debe estar muy atento al relato para poder descubrir ¨puertas¨ que le permitan romper con la coherencia del relato.

Toda narrativa tiene una estructura formada por una secuencia temporal de hechos (esto sucedió antes, después lo otro, etcétera), donde hay personajes que representan diferentes roles, valores que subyacen a la historia y un argumento que le da coherencia a esos hechos. Cada uno de estos elementos de la historia se transforma en una posible ¨puerta¨ a través de la cual se podrá modificar la narrativa con la que las partes llegan a la mediación. La escucha del mediador debe concentrarse en las contradicciones que aparezcan en el relato, que pueden ser indicadores de ¨hechos extraordinarios¨ que no fueron incorporados a la historia. Estas puertas pueden estar tanto en la secuencia de los hechos, como en los roles que desempeñan los personajes, como en los valores que subyacen a la historia.


Cómo operar para producir modificaciones


La primera etapa de la mediación consiste en el despliegue del problema, por parte de cada una de las partes.
Sara Cobb, creadora del modelo circular narrativo, incorpora en el proceso de mediación lo que podríamos denominar ¨una fractura¨ importante en relación a la modelo tradicional de Harvard. Para éstos es fundamental que cada parte pueda desplegar el problema, tal como ella lo ve, en una reunión donde ambas partes estén presentes. Sara Cobb, luego de trabajar muchos años de esta forma decidió que era mejor que cada parte despliegue su versión de la situación en forma privada, es decir, sin la presencia de la otra parte.

La fundamentación de este cambio se debe a lo que ella denomina ¨la colonización de las narrativas¨. ¿Qué significa? Cuando las partes llegan a mediación se encuentran en un contexto adversarial, lo que implica que sus narrativas serán relatos de acusación, reproche, negación etcétera. La historia que es contada en primer lugar, Sara Cobb la denomina ¨narrativa primaria porque debido a las características del contexto de mediación, cuando la segunda parte comienza a contar su versión, transforma a la misma en argumentos de justificación, defensa y nueva acusación, con lo cual no produce una nueva historia, sino que se transforma en un ¨sub-guión¨, de la narrativa primaria. A este sub-guión, Sara lo denomina ¨narrativa secundaria¨. La historia contada en segundo lugar queda ¨colonizada¨ por la narrativa primaria, siendo altamente probable que el mediador también se colonice y inhibiéndose de esta forma la generación de nuevas alternativas.

Es por este motivo, que Sara, comenzó a implementar las reuniones privadas al comienzo del proceso, para que cada uno pueda contar su historia desde donde quiera y cómo desee hacerlo, evitando de esta forma que la narrativa primaria colonice a las otras narrativas, ya que si esto sucede se disminuyen las alternativas.
Cuando alguien nos cuenta el problema por el cual ha venido a la mediación, nos cuenta una historia (ya sabemos que lo que cuenta es una construcción realizada de acuerdo a la selección personal de los hechos en base a sus propias percepciones).

El mediador debe escuchar atentamente para tener una clara comprensión de cómo se construyó esta perspectiva del problema, como cada parte distingue, describe y puntúa los hechos. Debe trabajar hasta obtener una definición clara del problema que incluya el reconocimiento propio de cada parte sobre sí misma y de cada parte sobre la otra.

Teniendo en mente el objetivo de ¨abrir¨ las historias, que significa la posibilidad de modificar el sentido de los hechos, el mediador atenderá especialmente a ¨las palabras clave¨. Estas palabras son aquellas que tienen alguna significación especial para el que narra la historia. Esta significación puede estar dada por la repetición de las mismas o por el contenido emocional puesto en ellas. También dependerá del mediador, de su experiencia personal, el sentido que pueda darle a las mismas, que ´resuenen¨ de una u otra manera. Estas palabras clave, que pueden referrirse a secuencias de hechos, valores o personajes de la historia, pueden transformarse en puertas que nos permitan abrir las narrativas. Por ejemplo en un relato donde la palabra ¨enojo¨ se repite y con una carga afectiva, nos puede llevar a formular una pregunta para poder indagar acerca del sentido que se le otorga. Por ejemplo podríamos preguntar: ¨¿qué es lo que le produce el enojo? ¿hay algo que usted hace antes de que se produzca el enojo? ¿qué hace después?

También consideramos como palabras clave a las generalizaciones, como por ejemplo ¨siempre llega enojado del trabajo¨, la pregunta podría ser: ¿recuerda alguna vez en la que no haya llegado del trabajo enojado? Otra generalización es ¨todos¨, ¨ninguno¨, ¨nadie¨ etcétera. Estas son puertas que pueden desestabilizar las historias. También las construcciones sin sujeto, como por ejemplo: ¨Se rompió el vaso¨, o ¨la cocina es un asco¨. Este trabajo nos permite modificar el sentido dado a los hechos, y desde ahí co- construímos una historia diferente.

Watzlawick define reestructurar como ¨cambiar el propio marco conceptual o emocional, en el cual se experimenta una situación y situándola dentro de otra estructura, que aborde los hechos correspondientes a la misma situación concreta igualmente bien o incluso mejor, cambiando así por completo el sentido de los mismos Lo que se cambia como resultado de la reestructuración es el sentido y percepción de los hechos y no los hechos mismos.

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jueves, 9 de octubre de 2008

La docencia y algunos medios empobrecen el uso del idioma

El titular de la Academia Argentina de Letras expresó su preocupación por la vulgaridad y la pobreza lingüistica de la mayoría de los comunicadores. Fue durante su discurso en la asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, realizada en Madrid. Afirmó también que los egresados universitarios tienen un pésimo manejo de la lengua oral y escrita.

Agencia EFE

Fuente: diario El litoral

El presidente de la Academia Argentina de las Letras, Pedro Luis Barcia, responsabilizó hoy a "la docencia y algunos medios" del empobrecimiento generalizado del uso del idioma español por parte de los jóvenes y los ciudadanos en general.

"Lo que más me preocupa son dos desvíos del idioma muy graves, la vulgaridad y la pobreza lingüística. Ha habido un empobrecimiento gradual de los comunicadores en el manejo de lo que era el esplendor y la riqueza del léxico que es muy penoso", dijo.

Barcia participó en una mesa redonda sobre el idioma español en la primera jornada de trabajo de la 64º Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que se celebra en Madrid.

Junto a él, disertaron sobre la situación de una lengua hablada por más de 450 millones de personas el director de la Academia Mexicana de la Lengua, José Moreno de Alba, y el director de la Real Academia Española de la Lengua, Víctor García de la Concha, con el presidente de la Agencia EFE, Álex Grijelmo, como moderador.

El lingüista y profesor argentino recordó los tiempos en que "los diarios nos enseñaron a escribir y las radios nos enseñaron a hablar", en contraste con el momento actual en el que "para los comunicadores de radio y televisión todo es "fantástico', lo mismo un cuento de Borges que unas medias caladas".

En su opinión, en este contexto, "la preocupación tiene que instalarse dominantemente en que los muchachos salen de la Universidad con un pésimo manejo de la lengua oral y escrita.

"Las universidades han dejado de lado la oralidad y sólo están en los trabajos escritos. Los profesores no están preparados para los lenguajes mediáticos", manifestó Barcia.

Se trata de "disfunciones graves", indicó el académico argentino, porque, si hace 10 años los jóvenes universitarios empleaban una media de 1.200 palabras en su vocabulario, hoy utilizan sólo 600 y "el resto son una reiteración de las mismas palabras".

"Vienen (a la universidad) sin leer el diario, les tenemos que enseñar a leer el diario en la Facultad de Comunicación, porque la muchachada se ha pasado a la televisión; luego, al Internet y, luego, al celular", dijo Barcia, hablando de su experiencia como docente.

Detrás de todo esto, argumentó, hay un problema de mucho mayor calado, puesto que "el que no tiene posibilidad de hablar con precisión no puede manifestar lo que quiere y es un ciudadano de segunda. No tiene derecho a la libertad de expresión, es cautivo de su propia discapacidad y limitación.

"Y eso ÄañadióÄ lo generamos entre la docencia y algunos medios.

"En una democracia no es útil una persona que no es capaz de dialogar, de articularse con el otro; y lo que no sale por la boca, sale por el sopapo, por el palo o por la pedrada", advirtió.

Barcia habló de los esfuerzos que la Academia Argentina ha puesto en marcha con distintas instancias periodísticas para mejorar el uso del lenguaje en los medios de comunicación y consideró "una vergüenza" el escaso apoyo que han encontrado en el gobierno.

Antes de su intervención, los directores de las Academias Española y Mexicana hablaron del buen funcionamiento de las Fundaciones del Español Urgente (Fundéu) en sus respectivos países, y Barcia apuntó con sorna que "en la Argentina prometen que algún día tendremos también esta instalación".

"Yo salgo todas las mañanas al puerto y miro a ver si vienen las carabelas, pero creo que difícilmente lleguen en nuestra situación actual de país. Voy a morir con el complejo de Moisés de no ver la tierra prometida de la Fundéu", declaró.

Pero esto no quiere decir, aclaró, que la institución argentina vaya a bajar los brazos y expresó su curiosidad por "el maridaje del mundo del periodismo y de la Academia", por saber "qué nace de un académico y una periodista, o al revés.

"No soy especialista en centauros, pero pienso que podemos tener sorpresas extrañas", dijo.

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